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PSG PSG
3
Désiré Doué 38', Khvicha Kvaratskhelia 48', Nuno Mendes 91'
Aston Villa AST
1
Morgan Rogers 34'
Finalizado

La magia de Kvaratskhelia derriba la defensa del Villa en París

El PSG remonta el 0-1 del equipo de Emery y lo corona con una obra maestra del extremo georgiano

Khvicha Kvaratskhelia
Diego Torres

Padam, Padam, Padam, canta Edith Piaf por megafonía, y el Parque de los Príncipes ruge emocionado como si por fin la multitud descubriese el verdadero éxtasis que producen los equipos de fútbol desaforados cuando expresan esa esperanza de felicidad que es la belleza. Con poesía, con coraje, y con las dosis de sabiduría de los inagotables Vitinha y Neves, el Paris Saint-Germain remontó el 0-1 del Aston Villa convirtiéndolo en 3-1 y en otra fiesta para la hinchada. La vuelta en Birmingham el martes que viene promete más voluptuosidades. “Nuestro objetivo es ir a ganar el partido”, avisó Luis Enrique. “La palabra especular no entra en nuestro vocabulario”.

PSGPSG
3
Gianluigi Donnarumma, Willian Pacho, Nuno Mendes, Beraldo, Achraf Hakimi, João Neves, Fabián Ruiz (Warren Zaïre-Emery, min. 71), Vitinha, Désiré Doué (Bradley Barcola, min. 71), Ousmane Dembélé y Khvicha Kvaratskhelia (Gonçalo Ramos, min. 92)
ASTAston Villa
1
Emiliano Martínez, Lucas Digne, Matty Cash (Axel Disasi, min. 45), Ezri Konsa, Pau Torres, John McGinn (Amadou Onana, min. 79), Youri Tielemans (Ian Maatsen, min. 79), Boubacar Kamara, Jacob Ramsey (Marco Asensio, min. 58), Morgan Rogers y Marcus Rashford (Ollie Watkins, min. 78)
Goles 0-1 min. 34: Morgan Rogers. 1-1 min. 38: Désiré Doué. 2-1 min. 48: Khvicha Kvaratskhelia. 3-1 min. 91: Nuno Mendes
Arbitro Maurizio Mariani
Tarjetas amarillas Matthew Cash (min. 16)

Se enfrentaron dos historias contrapuestas. De un lado, Unai Emery, que ha hecho de este Villa el equipo más competente de su carrera, y que sin duda vive en el apogeo de sus capacidades como entrenador. Del otro lado, Luis Enrique, que no dispone de las variantes que ofrece la plantilla de su oponente, pero le ha bastado con Vitinha, Neves y Fabián, para construir las bases de un imperio, el equipo que probablemente mejor juega en Europa en estos días. El PSG practica un fútbol de jugadores enamorados de su misión, envolvente, atrevido, temerario incluso, y el Villa, que desarrolla un modelo reactivo, se recogió sobre su caparazón. Un hueso formidable coronado por el excéntrico portero Emiliano Martínez, que hizo de su visita a Francia un espectáculo personal.

El pueblo francés no olvida que el portero argentino se comportó como un ganador descortés y zafio en la final del Mundial de Qatar. Le han puesto en la diana y a él estas situaciones le entusiasman. Lo aprovechó para pintarse la bandera argentina en el pelo, y así salió al campo, como el cacique de una agrupación que se retroalimenta formando barricadas en el jardín de su área. Así aguantó el Villa el asedio en la primera parte. Es la gran obra de Emery: las ayudas, la solidaridad, el compañerismo, la atención máxima en cada cobertura. A Doué y Dembélé les costó desmarcarse en el laberinto. Por momentos se paralizaron y dejaron de dar salida a la circulación rápida. Fueron víctimas de un escenario que desgasta a los atacantes y minimiza los tiempos de juego real con faltas, interrupciones, y transiciones lentas que parecen invitar al oponente a firmar un armisticio. Fue en estos momentos de guerra psicológica cuando el Villa dio su golpe.

El PSG había bajado la presión, pasada la media hora, cuando Konsa metió un balón vertical, Mendes se lo llevó, y McGinn se lo punteó con toda la malicia del mundo en el círculo central. El escocés, jugador tan importante como indescifrable, se inventó una emboscada que Morgan Rogers rentabilizó empujando el 0-1. El Villa no tuvo tiempo de celebrarlo. Reaccionó a la ventaja metiéndose tan profundamente en su área, que a los cuatro minutos el frío Doué disfrutó del espacio en la distancia justa. Armó la pierna al borde de área y con su pulso habitual envió un misil que se coló por la escuadra. Emiliano Martínez lo vio pasar como se mira un pájaro.

El Villa regresó del descanso resuelto a abandonar el caparazón de galápago. Cuando lo atacaron, apareció el portero. Emiliano Martínez detuvo tres remates muy certeros a Doué y Hakimi. Cuando atacó, el Villa inspiró inquietud en una defensa que flojea por el lado de Beraldo, un central poco fiable, tal vez por su falta de experiencia. El imparable Rogers, el tremendo McGinn, el ágil Ramsey, el preciso Tielemans y el ingenioso Watkins no tardaron en amenazar a Donnarumma. El PSG aceptó el intercambio y ahí destacó Kvaratskhelia. A la contra, recibió un pase de Fabián y se lanzó a la carga desde el carril izquierdo. Solo contra la guarnición. Se pegó el balón al pie derecho sin dejar de mirar a su marcador, el central Disasi, y según le amagó por dentro, al ver que su oponente caía en la trampa y cambiaba el apoyo, se le escapó por afuera y lo sentó. Se tropezó Disasi y se confundió Konsa, que llegó tarde a cerrar. Casi automáticamente enganchó el tiro. Con la zurda. Con fuerza. Envió la pelota al punto muerto de Emiliano Martínez, como si durante toda la jugada lo hubiera estado vigilando.

“Mucha juventud y mucha ambición”

“No sé si Kvara mira el balón o no lo mira, ¡y me da completamente igual!”, dijo Luis Enrique tras el partido, expansivo y rojo de felicidad. “Es un jugador muy versátil que reúne todo lo que tiene este proyecto. Juventud, mucha calidad con balón, mucha calidad sin balón, hace esfuerzos defensivos de altísimo nivel, mucha ambición... Es una maravilla para mi como entrenador por su personalidad y experiencia que nos mejora como equipo. Hoy ha tenido el premio con ese gol sensacional que en Anfield le anularon”.

Así es Kvaratskhelia, un driblador mágico, un futbolista que desde que pisó París vive en trance, autor de un golazo que sacudió el hormigón del estadio e invitó a pensar al público y a sus compañeros que las cosas más inaccesibles están a mano. Subido a la ola de fe, Mendes hizo el 3-1. Un gol merecido a la luz de la producción: 29 tiros del PSG contra siete del Villa.

“El 3-1 no cambia mucho las cosas”, razonó Emery antes de abandonar el campo. “Con el 2-1 necesitamos ganar y con 3-1 lo mismo. En Birmingham saldremos a ganar, y luego ya veremos. Me voy de París satisfecho. Hemos disfrutado. Estoy orgulloso de los jugadores. Competimos fantásticamente. El PSG es el favorito y lo aceptamos. Pero nosotros estamos creciendo y en casa intentaremos ser capaces de dominarlos en más momentos porque aquí hemos estado algo por debajo de nuestra mejor versión”.

Asensio, regreso estéril

Si el Villa no estuvo a la altura de sí mismo fue por culpa de Vitinha y Neves. Con el 2-1, los dos portugueses amortiguaron cada transición en ataque, neutralizaron a Watkins, socorrieron a sus defensas y cuando manejaron la pelota llevaron a sus compañeros y a los rivales al lugar que mejor convenía a unos y peor encajaba con las expectativas y las condiciones de otros. Dictaron los tiempos, decidieron los momentos, y pusieron el partido en la situación más ventajosa posible para alcanzar el 3-1. Recuerdan a Xavi y a Iniesta como una gota a otra gota. Con ellos Luis Enrique regresa al pasado y Emery advierte un problema difícil de resolver.

Marco Asensio, que disputó la primera fase de esta Champions como jugador del PSG, regresó a París con la camiseta del Villa. Lo hizo en condición de cedido, y resultó chocante. La UEFA prohíbe cláusulas que impidan que los equipos de origen influyan en los futbolistas que se suman a otros clubes, de modo que el mallorquín atacó a sus compañeros de nómina y la hinchada le dijo todo lo malo que se le ocurrió en la media hora que permaneció sobre la hierba intentando que le llegara un balón en una noche agónica para su equipo y, quizás, también para él.


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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.
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